casa del
soltero del grupo o del que esté solo de turno. Llaman al
delivery para que nadie cocine y toman mucha bebida
alcohólica cuestión de aflojarse y contar sus problemas. Pero también hablan de
fútbol y mujeres.
“A menudo se chistea y se jode. Pero también nos ponemos muy
serios porque es probable que alguno esté atravesando una
crisis o un
problema puntual del cual quiera escuchar
opiniones. De hecho, hubo encuentros que se extendieron hasta las cuatro de la mañana por algún caso
grave. Pero lo cierto es que siempre que hubo reuniones de hombres, hubo sólo hombres”, contó
Alfredo (38) destrozando las fantasías femeninas pero tranquilizando a muchas mujeres.
Federico (36) si bien no descartó que se hable de “minas”, se tome “
birra” y se pongan “
bizarros”, al igual que Alfredo echó por tierra la tan mentada “
farra” de los machos.
“Muchas veces alguno viene
deprimido y los demás le hacemos el
aguante. Y hay cosas que hablamos que frente a otros, o frente a nuestras parejas, no podemos porque no da. No es un espacio en el que sólo hablamos de
culos y
tetas. También hay un momento de charla
intima que sólo lo admite la compañía y experiencia de amigos hombres. Y claro hablamos de
fútbol”, afirmó Federico descartando la presencia femenina en las reuniones que organiza con sus amigos una vez por mes.
Mariano (28) coincidió y sostuvo que “en las reuniones se consulta todo lo que vamos a hacer, si compramos un
auto, si dejamos o no a nuestra chica…cualquier cosa. Y si alguno está
decaído salimos a recatarlo”.
Por su parte, la autora del libro “
Hombres: Manual de la usuaria”
Valeria Schapira, sostuvo que ellos por más que expongan sus problemas ante los amigos jamás van a hablar explícitamente de lo que los conflictúa.
“Nunca van a hablar del punto que los
deprime. Van a terminar hablando del trasero de Karina Jlinek para después hablar del gol que le hizo
Boca a su contrincante de turno y volver a Jelinek pero con su delantera. Generalmente hablan de
banalidades para dispersarse del problema que si bien lo comentan no ponen sobre la mesa el eje de su conflicto”, expuso Schapira.
La cabeza a toda máquina
“Apenas le digo que me junto con los pibes tengo
quilombo. Me hace un escándalo tremendo. Y después está toda la noche
llamándome o mandándome
mensajes de texto que preguntan
qué estoy haciendo,
dónde estoy y con
quién estoy”, enfatizó Mariano con un dejo de molestia escenificando la actitud de muchas mujeres.
Natalia (22) contó que una y mil veces intentó participar de las reuniones de su novio con sus amigos pero fue inútil: “La verdad es que siempre que se juntan yo intento de manera indirecta ir. Me da curiosidad y
necesidad de saber en qué anda y por qué no puede suspender esas salidas. Pero el creo que se da cuenta y me pone el freno”.
Para Schapira, si alguna mujer pudiera alguna vez tomarse una pastilla de chiquitolina de las del Chapulín Colorado y presenciar una reunión de hombres sin ser percibida lo único que encontraría sería
aburrimiento.
“Los hombres pagarían por estar presentes en una reunión femenina porque nosotras somos
malas y ellos no. Y es justamente esa carencia de maldad la que los vuelve aburridos”, opinó la periodista y escritora.
Sin embargo, también existen aquellas mujeres que no ven ningún peligro en estas reuniones: “Con mi novio tenemos una relación re sincera y mucho más madura que las anteriores. Cuando sale con los amigos me cuenta lo que hace. Casi siempre
comida y
tele de por medio. Y cuando va a bailar o a un bar también. Una vez hasta me confesó que una chica lo había encarado y le hecho flit”, contó
Carla (24).
A su vez, reconoció que con parejas anteriores siempre pensó que podían hacer destrozos: “Me hacía mal la cabeza y si el
salía yo también tenía que salir”, confesó Carla.
Prohibido para mujeres
Federico defendió el cartel de “prohibido para mujeres” con que “hay cosas que sólo se hablan entre hombres y obviamente las mujeres no pueden venir. En reuniones de hombres hablamos de una manera que de otra forma nos
reprimiríamos. Si bien es cierto que yo con mi novia de turno hablo como hablo con cualquiera también lo es que ante las novias y esposas de mis amigos me reprimo un poco”.
Miguel (23) coincidió con Federico: “Hablamos de todo un poco: mujeres, fútbol, boludeces,
autos,
negocios, carreras. Pero hablamos lo que queremos sin
restricción femenina. Pavadas, pero quizás si hay alguna novia o pareja de alguno ya no podes hablar totalmente
libre. Y no sólo por el
vocabulario sino que a alguna después le puede caer mal algo o no entender los
chistes internos. Es un espacio nuestro”.
En tanto, Schapira sostuvo que “las reuniones de hombres son
sacrosantas, como un espacio sagrado. Y si entra una mujer a hablar del último
tratamiento capilar les arruina la mágia de la reunión”.
Como caracterizó el humorista Roberto Fontanarrosa a la
Mesa de los Galanes, y a lo que Schapira adhirió, las reuniones de hombres son “la
nada misma” en las cuales se puede pasar de los atributos de alguna modelo a desatar la más bizarra de las polémicas que puede dar para un debate filosófico de horas.
Entonces, cosas de hombres, “cosas mucho menos
interesantes que lo que uno imagina”, sentenció la escritora.